Bautizo clásico o fiesta de nacimiento moderna

El bautismo es una tradición cuyas raíces se hunden profundamente en el tiempo. Lo más importante del bautismo es que la persona que se bautiza pasa a formar parte de la Iglesia. La mayoría de los padres todavía opta por bautizar a sus hijos. No obstante, cada vez son más los que obvian la parte religiosa y prefieren hacer del recién nacido y la imposición de su nombre el centro de la celebración. El tipo de fiesta de nacimiento que se elije dice mucho acerca de los padres, al igual que la elección del nombre. ¿Café y merienda a media tarde o "buffet" por la noche? ¿Qué es mejor, ponerle al bebé un nombre tradicional o uno original que destaque? Hoy en día, el bautizo suele ser más bien una fiesta personal para el bebé que a menudo incluye entretenimiento.

Un toque personal

Mezclar los elementos clásicos con un toque personal es una opción muy popular en la actualidad. Bordar el nombre del bebé en el traje de bautizo o en el vestido que va a lucir en la fiesta de nacimiento es una opción entrañable y personal. Si no dispones de un traje de bautizo familiar, quizás encuentres por internet uno de estilo "vintage" a juego con la mantelería bordada de la abuela, la vajilla familiar o esas tazas raras que encontraste en un mercadillo. Esos paquetes tan "cuquis", los pasteles rebosantes de azúcar y las deliciosas galletitas para acompañar el café son lo que marca la pauta… ¡y la diferencia!

Bautizo tradicional

Un bautizo tradicional en la iglesia sigue un orden establecido. La ceremonia comienza con el redoble de las campanas y los asistentes sentados. La comitiva bautismal (los padres, el bebé y los padrinos) entran y suben al altar al encuentro del sacerdote. A continuación, un salmo hace que comience el servicio religioso propiamente dicho.

Alguien, a menudo uno de los padres o un padrino, lee la parábola de Jesús y los niños del Evangelio de San Marcos y luego el sacerdote pregunta a los padres qué nombre han escogido para su hijo. Uno de los padres responde con el nombre del niño. El sacerdote se acerca al niño, le pone la mano en la cabeza y eleva una plegaria a Dios en la que pide protección para el bebé. Después de la oración, algunos sacerdotes hacen tres veces la señal de la cruz: una en la frente del bebé, otra en la boca y otra en el corazón

A continuación, el sacerdote vierte el agua bendita contenida en una jarra en la pila bautismal y los asistentes se ponen de pie para leer el Credo. Los padres confirman su deseo de bautizar al bebé y, a continuación, el sacerdote se dirige al niño con todos sus nombres y le echa agua bendita en la cabeza tres veces. La ceremonia finaliza con una oración para rogar por un futuro propicio y los asistentes cantan un salmo u otra canción de misa.